Cerebro Asesino: Análisis del crimen y la psicopatía en Nicaragua

El Impacto del entorno y la biología en la formación de criminales según expertos

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Cerebro Asesino Análisis del crimen y la psicopatía en Nicaragua

El informe de 2020 elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito destacó que América registró más de 160,800 asesinatos en un solo año, consolidando al continente como el más violento del mundo. Entre esos crímenes, algunos de los más atroces dejan marcas imborrables en la sociedad, como el caso de las dos hermanitas asesinadas en Ciudad Belén, Managua, en septiembre de 2022. Este hecho conmocionó al país y generó un profundo debate sobre la naturaleza de los criminales y las raíces de su conducta.

El caso de M.J.U. y J.U., de 7 y 10 años, fue uno de los crímenes más macabros registrados en Nicaragua. En un intento fallido de violación, las niñas fueron brutalmente asesinadas por dos hombres, con la complicidad de una mujer. Este suceso sigue vivo en la memoria de la comunidad, un recordatorio constante de la maldad humana y de los fallos en la protección de los más vulnerables.

La Dra. Yelba Godoy, especialista en Psicología Criminal, explica que el entorno en el que una persona se desarrolla tiene un peso significativo en la formación de conductas violentas. Si una persona crece en un ambiente donde la violencia es la norma, es probable que adopte esos comportamientos. Sin embargo, también existe una predisposición biológica, aunque minoritaria, que puede influir en la inclinación hacia actos criminales.

 

El Dr. José Luis Giroud, neurólogo, destaca el papel crucial del lóbulo frontal en el control de los impulsos. Experiencias traumáticas, especialmente durante la infancia, pueden alterar el funcionamiento de esta región del cerebro, predisponiendo a la persona a actos violentos en el futuro.

La psiquiatra forense Heydi Trujillo afirma que, aunque una pequeña parte de la criminalidad puede tener raíces genéticas, la mayoría de los comportamientos delictivos están influenciados por el entorno. La combinación de predisposiciones biológicas y experiencias negativas puede llevar a distorsiones neuronales que desencadenan conductas impulsivas o premeditadas.

Planificar y ejecutar un asesinato es un acto que las leyes condenan severamente. En Nicaragua, el sistema judicial, representado por expertos como el Dr. Kenthyn Téllez, lucha por garantizar que los responsables de estos crímenes enfrenten las penas más estrictas. «Esa circunstancia en que te ensañas en la víctima, de que venís y lo descuartizas, no te bastó pegarle 3 o 4 puñaladas, sino que venís y lo descuartizas y le pegas fuego, entonces esa conducta que vos tenés por el desprecio del ser humano, por el desprecio de la vida humana, eso te va a dar un hecho de que nosotros, como abogados acusadores, como la fiscalía, como un ente acusador, pidamos esas penas máximas. Si antes podíamos hablar que una persona podía ser condenada a 30 años, que es la pena máxima, ahora podemos hablar que esa persona puede quedar toda su vida bajo prisión», señaló Téllez.

La Biblia, en Mateo 5:21, condena el acto de matar, reflejando la repulsa de la cristiandad hacia estos crímenes. Sin embargo, los expertos advierten que aquellos que matan deliberadamente pueden reincidir, ya que para ellos el acto de matar puede convertirse en una fuente de bienestar.

Finalmente, las investigaciones de criminología, como las lideradas por la ONU en Estados Unidos, sugieren que los hombres, debido a su biología y modelos de crianza, son más propensos a convertirse en criminales. En 2021, se estimó que cada hora, al menos 52 personas murieron a manos de delincuentes en ese país. Esto subraya la necesidad de una mayor comprensión y prevención de las causas profundas de la criminalidad, para proteger a futuras generaciones.

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